Cuantas veces hemos escuchado la frase “todo está en tu cabeza” o “eso no debería doler”, cuando hablamos de fibromialgia, y es que algunas personas piensan que no es un problema de salud verdadero.
Lo cierto es que, la fibromialgia es una enfermedad crónica, que se caracteriza por la presencia de dolor musculoesquelético generalizado, y sensación dolorosa a la presión de una serie de puntos dolorosos específicos que nos ayudan a su diagnóstico. Es una anomalía en la percepción del dolor, de manera que se perciben como dolorosos, estímulos que habitualmente no lo son.
Además de dolor, la fibromialgia puede ocasionar rigidez generalizada, fatiga, cansancio, alteraciones del sueño, problemas de concentración y memoria, parestesias, sensación de hinchazón y quemazón, problemas gástricos, dolores de cabeza tensionales, contracturas musculares, ansiedad y depresión. Diversas series internacionales refieren que la fibromialgia afecta del 0.5 al 5.8% de la población mundial y que hay mayor incidencia en mujeres, siendo la relación 1:9, presentándose generalmente entre los 25 y 50 años.
Aunque se desconocen las causas que originan esta enfermedad, hoy en día se piensa que la fibromialgia se produce por una alteración de determinados neurotransmisores del sistema nervioso.
Cuando se produce el desequilibro de los neurotransmisores, se crea una serie de alteraciones que podrían explicar los síntomas de la patología. Así, el dolor se genera como consecuencia de una alteración en las vías de modulación del dolor. Por estas causas, el dolor generalizado que relatan la mayoría de los pacientes se origina porque en ellos hay una percepción anómala de los estímulos sensoriales y, por tanto, interpretan la presión, el calor, la vibración o cualquier otro estímulo como doloroso.
Tener un diagnóstico de fibromialgia significa saber que los síntomas que se presentan están en el contexto de una enfermedad reconocida y que no son invención de quien los padece, como en ocasiones se habría pensado.
Por lo general, los síntomas de la fibromialgia son similares a los de otros trastornos, por lo cual hacer un diagnóstico oportuno es fundamental para recibir el tratamiento adecuado. También es importante saber que la presencia de fibromialgia no excluye la posibilidad de que se tengan otras enfermedades asociadas, y a su vez si se está diagnosticado de cualquier otra enfermedad, tampoco hay que descartar que además se pueda tener dicho padecimiento.
Es importante que sepas que:
Conocer la enfermedad permitirá enfocar con mayor probabilidad de éxito el tratamiento y tener un mejor pronóstico.
Debido a que la fibromialgia no tiene curación definitiva, el objetivo del tratamiento es mejorar el dolor y tratar los síntomas acompañantes, para conseguir una gran mejoría en la calidad de vida.
Este debe ser integral, componiéndose de las áreas farmacológica, psicológica, rehabilitadora-física, nutricional y educacional-social, en el cual el paciente debe tener una participación activa.
En conclusión, la fibromialgia es una condición real que cada vez mas personas comprenden, en muchas ocasiones porque conocen a alguien que la padece. Es importante saber que, aunque no haya una cura, existen tratamientos que realmente pueden mejorar la calidad de vida.
Las personas que la padecen deben reconocer que está bien pedir ayuda y que para alcanzar el bienestar se requieren cambios en estilo de vida y pequeñas medidas, es un proceso y se debe tomar el tiempo necesario para ello, dándole prioridad a la propia salud.
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